Un ogro llamado consumismo
Erase una vez, hubo un tiempo en el que el ogro del consumismo se alimentó de hermosos manjares que provenían sin cesar como en forma de tempestad de deseos irrefrenables de querer demostrar ser diferente y ser algo de admirar. El ogro engullía alimentos en forma de pensamientos con los que se imaginaba que lograría alcanzar la metas que se proponía dando forma y consistencia a un mundo particular que fomentaba la responsabilidad que todo ogro debía poder desarrollar si con ello pretendía destacar.
El ogro fue creciendo cada vez más hasta convertir su mundo de fantasía en una lucha continua de querer cada vez más, las dulces plantas y los preciosos aromas de la verdad, fueron sustituidos por la agonía continúa de querer poseer objetos y facultad con los que pensaba poder alcanzar la dicha de una vida llena de paz.
Pero llegó un momento en que la ansiada felicidad nunca llegaba a pesar de que cumplía con sus obligaciones y con su alimentación voraz de almacenar, por mucho conocimiento y muchos objetos que consiguió a base de esfuerzo y de perseverancia, no consiguió nunca encontrar la dicha de la calma y la tranquilidad que la fuerza del reconocimiento simple de ser el ogro que era le podía dar.
El ogro del consumismo se dio cuenta que de tanto su ego alimentar , se había olvidado de lo que era en realidad, un ogro con deseos de paz , que ninguna tormenta de competición le podría ayudar a alcanzar. El ogro decidió abandonar la ciudad , en busca del reencuentro consigo mismo y en la búsqueda de la verdad, deseaba tan solo poder demostrar que el único alimento que le podría otorgar la paz sería el amor por sí mismo y su deseo de crear un nuevo mundo basado en nuevas ideas con las que elaborar castillos de alegría y de eterna felicidad. Tan solo quería poder recuperar sus sueños sin tener que demostrar continuamente una falsa ilusión acerca de lo que realmente es considerado como verdad por los falsos objetivos creados por deseos de tempestad.
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